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Kerry Blue Terrier de La Cadiera. Kerry Blue Terrier de La Cadiera.

De Botas

Por : Ava McLeod

 Durante 7 largos años, mi padre, quien todavía no es lo suficientemente viejo como para estar jubilado, ha estado batallando con un cáncer de colon. Ahora se está muriendo. Ya no puede comer o beber agua siguiera y una gran infección le obliga a estar en el hospital. Sentimos que esté allí pero apenas protesta. Ese no es su estilo.
 
            Una noche en la que no tuvo la suerte de tener ninguna enfermera a su lado intentó llegar al cuarto de baño por sí mismo, cayó al suelo y se hirió en la cabeza con la mesilla de noche.
 
            Cuando vi su cabeza lastimada a la mañana siguiente, me sentí tremendamente frustrado y la ira de la impotencia emergió. ¿Por qué no hay nada que yo pueda hacer? Pensaba mientras esperaba al ascensor. Como una clara respuesta a mis plegarias, cuando las puertas del ascensor se abrieron, dos perros aparecieron frente a mí moviéndome sus rabos.
 
            - ¿Perros? ¿En un hospital? Personalmente no podría pensar en un sitio mejor para ellos, pero me produjo un shock verlos y estaba alucinado de que las leyes locales o la reglamentación del hospital lo autorizasen.
 
            - ¿Como ha conseguido Vd. meter aquí a estos perros? Le pregunté al propietario mientras entraba en el ascensor.
 
            - Son perros de terapia. Los llevo a la sexta planta una vez a la semana para estar con pacientes en rehabilitación.
 
            La idea cada vez se hacía más y más fuerte mientras me marchaba del hospital hacia mi coche. Mi padre le compró una perra de raza Kerry Blue Terrier llamada "Botas" a mi madre para la Navidad de hace unos años. Mi madre había insistido en que quería un perro y que tenía que ser de esa raza. Mi padre me fue explicando todo esto mientras me pedía que le acompañase a buscar el cachorro.
 
            Cuando escogió una cachorrita, pequeñaja y besucona, vi la tensión aparecer en la cara de mi padre. Entonces inmediatamente comprendí el gran ingenio en el plan de mi madre. El perro, por supuesto, no era para ella, era para él. De forma absolutamente brillante había pedido esa raza para que él pudiese tener el perro que siempre había soñado tener y que nunca tuvo cuando era un muchacho.
 
            Por esa época, todos nosotros ya nos habíamos marchado de casa, por lo que "Botas" se convirtió en la criatura perfecta que mi padre nunca había tenido. Ella era la ansiosa, amorosa y obediente mejor amiga de mi padre.
 
            En mi opinión, yo pensaba que era demasiado obediente. "Botas" no tenía permiso para subirse a las camas o cualquier otro mueble de la casa y ella jamás rompió esta norma. Algunas veces deseaba decirle a mi padre, cuando estaba en casa tumbado sobre su cama de enfermo: "Anda, llama a "Botas" y dila que se suba aquí contigo". "Ella te dará todo su amor y besos y te tocará como yo estoy tan restringido de hacer... y además lo necesitas".  Pero no lo hice. Y él no lo hizo. Y "Botas" no lo hizo.
 
            En vez de eso, ella se sentaba junto a su cama, observándole protectoramente mientras pasaban los meses. Ella siempre estaba allí, una presencia amante mientras las fuerzas se le iban, hasta que ya no pudo andar o ni siguiera sentarse sin ayuda. De vez en cuando se ponía muy enfermo y había que llevarle al hospital; y ella esperaba su regreso con ansia, saltando expectante cada vez que oía un coche subir hacia nuestra casa.
 
            Y entonces decidí que, si no podía darle a mi padre ninguna otra cosa, le daría unos pocos minutos con su adorada perrita. Por lo que fui de nuevo al hospital y le pregunté a una enfermera sobre el asunto. Me contestó que si yo metía al perro, ella "no vería nada"! Y lo tomé como un sí.
 
            Más tarde ese mismo día, volví a visitarle de nuevo, trayendo a "Botas" conmigo. Le dije que tenía una sorpresita para él en mi coche. Fui a buscarla y entonces ocurrió lo más insólito que jamás he presenciado.
 
            "Botas", "el perro perfecto", la que estaba tan impecablemente entrenada a caminar con su correa, tan increíblemente obediente, voló fuera del coche, me arrastró por todo el parking nevado hasta la puerta de entrada, y por toda la recepción. Nadie sabe como encontró sin titubear  el ascensor correcto (yo nunca conseguí encontrarlo sin ayuda) y se detuvo frente a el. Y aunque jamás había estado ni siguiera cerca de aquel lugar o en ningún otro hospital, cuando el ascensor se detuvo y abrió sus puertas en la cuarta planta, casi me arranca el brazo del hombro corriendo pasillo abajo, vuelta a dos esquinas, otro pasillo abajo y directamente a su habitación. Entonces, sin una sola duda, saltó enérgicamente sobre su cama !!! Siempre tan gentil, reptó hacia los brazos abiertos de mi padre, sin siguiera tocar su parte más dolorida del vientre, y apoyo su cara junto a la de él.
 
            Por primera vez, "Botas" estaba en la cama con mi padre, justo en el sitio que la correspondía, y por primera vez en muchísimos años vi a mi padre sonreír complacido. Supe que ambos estábamos agradecidos de que "Botas" hubiese roto las reglas y por fin, solo obedecía a su corazón.

Kerry Blue Terrier de La Cadiera.

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